domingo, 21 de octubre de 2012

Poema que le escribí a un amigo

Siempre tendrás mi amistad

Era un día lluvioso,
el agua goteaba por su rostro.

Junto a sus ojos acuosos,
su pelo mojado.
Junto a sus ojos llorosos,
su rostro contrariado.

Caminaba por un oscuro camino,
la mirada hacia sus pies.
Andaba bajo el escrutinio del destino,
y sentía que todo estaba al revés.

Nada encajaba en su sitio,
se sentía perdido y solo,
demasiado pequeñito y chiquitito
en comparación con el mundo.

Entonces, a través del manto de lluvia,
vislumbró una oscura figura.

Al principió la temió,
no sabía quién podría ser.
Pero según se acercaba vio
que nada había que temer.

Pues la figura al final resultó ser,
una pequeña y triste chica,
que levantó su mirada hacia él.

Esa mirada fue un descubrimiento para los dos,
a dos futuros amigos unió.
Ella podría ser algo torpe, tonta y despistada,
pero le gustaba pensar que a él ayudaba.

Y él ayudaba a ella, muchísimo,
su sinceridad, a veces dolorosa,
para esa chica era muy valiosa.
Le debía tantísimo.

Así que, ¿quién se iba a imaginar
que un lluvioso día, bravo como la mar
encontrarían aquellos, ahora amigos,
alguien en quien poder confiar?

Él, al principio pensó
que ella le trataba mal a propósito.
Y eso a ella le dañó.

Pero la chica supo ver,
con el paso del tiempo,
qué debía hacer.

Cambió un poquito su forma de ser,
más cariñosa y amable se quiso volver.
No supo si él supo ver el cambio,
pero a ella no le importaba intentarlo.

Así que así fue creciendo su amistad,
dos buenos amigos que se llevaban genial.

Así que, por ese mismo motivo,
el cartel a un gran amigo mío
le quiero dedicar,
para que sepa que a su lado voy a estar.

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