lunes, 18 de marzo de 2013

Primer capítulo de Oscuro despertar (Primera parte)

Oscuro despertar


Aquí os dejo parte de un primer capítulo de una historia que estoy escribiendo, no sé si la continuaré, pero me está gustando mucho según la escribo, espero que disfrutéis tanto como yo he disfrutado al escribirlo. 


Creo que merece la pena echarle por lo menos un ojo, no creo que sea muy bueno, pero la idea está ahí y estoy intentando recoger mis pensamientos en letras, palabras, frases, párrafos lo mejor que puedo, jajaja


No se trata de leer, se trata de disfrutar con la lectura, entenderla, meterte en su mundo... Y dar rienda suelta a la imaginación. :)



1.La gran ciudad


Cerré los ojos dos segundos, no fue más que un leve parpadeo... Y eso cambió mi vida. En ese pequeño instante en el que mis ojos no vieron nada, el mundo decidió cambiarlo todo. Por lo cual, al abrirlos, descubrí uno nuevo...

La noche se había echado sobre mi cabeza, la oscuridad completa me cubría y, en el silencio que la noche barruntaba seguro, se escondían los misterios más peligrosos y mortíferos que en mi vida habría podido imaginar. De vez en cuando una sombra cruzaba la calle, un grito desgarrador me helaba la sangre... Y yo me preguntaba cómo la gente que pasaba a mi alrededor parecía no darse cuenta de nada. Yo, estaba paralizada. Ellos... Ellos seguían con su vida, andaban, hablaban, sonreían... No eran conscientes de la oscuridad que estaba cubriendo la ciudad.

Hacía unos instantes estaba andando bajo el caluroso sol de una tarde de verano en Madrid, cerca del Museo del Prado. Me había detenido unos instantes bajo la sombra de un árbol al notar una brisa fría que susurraba mi nombre bajo el inevitable y magnífico atardecer. Paré, miré el reloj y vi que eran casi las nueve... Entonces, al levantar la vista, fue cuando vi el cambio. Parpadeé para evitar la cegadora luz del sol y... 

Todo cambió. 

Vi unas oscuras y etéreas siluetas pasearse a su antojo entre la gente, que sin conocimiento alguno de ser espiadas, hacían sus vidas con tranquilidad. A simple vista, podrían parecer las sombras de las personas... Pero descartabas esa idea cuando te fijabas en que éstas... Habían desaparecido. La gente no tenía sombra. En su lugar, a mi parecer, estaban esas oscuras siluetas que parecían perseguir a las personas, parecía que estaban al acecho, esperando... Deseando algo. Por su forma de moverse, aunque sería más apropiado decir levitar, se las notaba ansiosas, intranquilas...

Al principio, después de ver esta escena ante mis ojos, me inquieté. Seguidamente me quedé petrificada... Por último, reaccioné y mi cerebro se puso en marcha. Me moví entre la gente, que caminaba a mi alrededor sin verme, sin notar mi presencia ni la de las sombras.... Continué, quería hacer como si todo aquello no fuera real. Pero no pude... Bruscamente me giré, volví a fijarme con más atención en esta nueva realidad al oír de nuevo mi nombre susurrado al viento...

Y le vi. 

Encima del tejado del museo estaba él... O ella, dado que no podía distinguir desde abajo a aquel ser material que me miraba desde las alturas. Sólo distinguía una sombra, igual que las demás que estaban a mi alrededor, pero en esta ocasión, no era etérea y... Me di cuenta de que era una sombra conocida, la cual llevaba viendo durante todo el día. Ahora lo recordaba. La había visto al subir al metro, justo detrás de una de las puertas, sentada en un asiento de mi mismo vagón, pero lejos de mí... Siempre lejos, dejando una distancia considerable... Quizá las prisas por llegar pronto a mi entrevista me impidieron fijarme más en esa misteriosa silueta...

¡La entrevista! Mi madre me iba a matar cuando se enterara de que no había ido... Era el evento más importante del año, el que había estado esperando durante toda mi vida, y se vio truncado por... Ésto. No sabía cómo ponerle nombre a mi situación... ¿Qué pasaba? ¿Estaba soñando? Sí, todo debía ser un sueño... O mejor dicho, una mala pesadilla. Todo esto, fuera lo que fuera, no debería haber estado pasando. Mi vida estaba bien sin ningún problema más que añadirla. No necesitaba que lo que fuera que me había traído a este otro mundo...

De repente me percaté de que mi ropa se estaba empapando. Había empezado a llover. Llevaba un buen rato con la mirada perdida, fija en aquella sombra, y pensando... Aunque ahora, levantando la vista, vi que había desaparecido. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Dónde se habría metido? Nadie podía desaparecer así como así en tan poco tiem... Miré el reloj. Las diez y media. "Imposible", me dije a mí misma, "debes de estar loca. ¡No ha podido pasar tanto tiempo!"

Mientras tenía una pequeña discusión conmigo misma, algo helado recorrió mi espalda. El pánico me inundó y me dejó petrificada. Mi cerebro ideaba un plan de huida sin saber que mi cuerpo estaba preso, con los pies clavados en el suelo. Lo que fuera que me había rozado la espalda, seguía detrás mía, esperando... ¿Esperando qué? Ya podría esperar sentado si pensaba que me iba a girar para averiguar qué era. Tengo muchos defectos y muchas cualidades, pero entre mis mayores cualidades destaca la prudencia... Que en este caso se entrelazaba con el peor de mis defectos, la cobardía que en situaciones parecidas a estas me inundaba... ¿Situaciones parecidas a estas? ¡Jamás había vivido algo como ésto, jamás! No podía comparar el miedo que me daba la oscuridad, el dejar la puerta de la habitación o del armario abierta con esto. ¡No era para nada parecido!

A pesar de este pequeño episodio de pánico, enfado, temor, mezclado con miles de sensaciones más, presentí quién podría ser... Y mis sospechas se confirmaron cuando la sombra que antes había estado en el tejado dejó de estar a mi espalda y se puso frente a mí.

Jamás olvidaré aquel momento. Si el pánico me había dejado petrificada, sus ojos, unos ojos azules que desprendían chispas cegadoras, me dejaron helada. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo al darme cuenta de que me tenía hipnotizada, no podía apartar la vista. Tampoco es que hubiera querido. Esos ojos... Esos ojos deberían estar prohibidos, eran demasiado bellos, demasiado azules, demasiado atrayentes... Eran unos ojos que, aunque sólo los hubieras visto unos segundos, se te quedaban grabados en la mente para toda la eternidad.