domingo, 22 de abril de 2012

Desempolvando mi vida... Desempolvando mi guitarra

Primera parte. . .

Una fina capa de polvo la cubría: había estado demasiado tiempo olvidada. Estaba triste, sola, sin tener un motivo por el que volver a recuperar su antigua y particular melodía. Sabía que por sí sola no podía continuar, por sí sola las cosas no eran iguales. Y echaba de menos esas manos que concienzudamente la recorrían, sacando de ella esos sonidos que a todos les hacía pararse y preguntarse qué sería esa singular y exótica melodía. También echaba de menos los sentimientos que esas manos conseguían que expresara en tan solo unos pocos minutos...
Echaba de menos en sí, todo aquello para lo que fue creada. Ahora estaba sola y necesitaba otra vez esa compañía que había estado a su lado durante años, necesitaba sentir aquello que la hacía resplandecer más que la más brillante estrella del firmamento, aquello por lo que esa chica que la tocaba vivía, aquello que llevaba en su alma y que nunca nadie conseguiría que ella borrara u olvidara.
Siempre la habían dicho que no lo dejara, que ella valía, que tenía un talento tremendo y que podría conseguir su sueño. Pero ella se volvió ciega, el dolor, el miedo y la tristeza la bloquearon, hicieron que su razón de vivir, su mayor sueño... Se fuera. Lo dejó de lado, sin mirar atrás, pero soñando con que algún día se reencontraría con esos fantasmas. Sabía que eso pasaría, pero temía ese día, temía pensar en todo aquello que eso conllevaba...
Pero para esa chica no sólo era un sueño, no sólo era música, no sólo es tocar y hacerlo bien... Para esa chica era muchísimo más, era poder expresar sus sentimientos, era la escapatoria diaria de su mundo, era aquello que la hacía sentir libre, que la acompañaba tanto en los buenos como en los malos momentos, era decir todo con muy poco... Para ella, lo era completa y absolutamente todo.
Así que, esa chica decidió volver a perseguir ese sueño, decidió que no lo dejaría porque la hubieran hecho daño, decidió que no volvería a dejar de lado aquello que la hacía olvidarse del mundo y entrar en uno del cual nadie sabía nada. Decidió que era el momento de continuar lo que un día dejó, sin miedo, solamente haciendo lo que mejor sabía: expresar sus sentimientos sin pensar en cómo lo hacía, adorando cada nota que salía de su antigua guitarra, adorando lo bien que las dos se compenetraban, queriendo volver a sentir lo que en su tiempo, el amor hacia ese instrumento y hacia la música en general producía en ella...
Esa chica supo que volvería a tocar, que volvería a coger la guitarra con las mismas ganas de antaño y que esta volvería a ser su confidente, que volvería a ser quien guardara todos sus secretos, quien por sus acordes y notas descubriría sus sentimientos, quien de por vida estaría a su lado para que ella se volviera a sentir segura. Siempre sería una simple guitarra, pero para la chica siempre sería parte de su alma.
Esta es la historia de esa chica, de esa guitarra, del afán de superación, de la alegría y la felicidad frente al dolor de una dura traición, del temor a un mundo del que no te ves partícipe, de la valentía de querer hacer lo que uno desea sin temer por lo que los demás te digan, de la verdadera amistad, de esas personas que sabes que en los malos momentos no te abandonarán… 
Esta es mi historia.

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