"¿Ves cómo sales perdiendo?". Sí, salgo perdiendo.
Y tengo tanto miedo de perderte...
Me duele tanto volver a encariñarme...
Soy tan insegura de mí misma...
Aún sigo esperando a que me digas que todo es mentira, que no me quieres, que realmente no viste nada en mí...
Y duele tanto vivir día a día con esa carga...
Pensar que realmente nunca me quisiste, esperar a que me dejes de lado como todos los demás, a que me dejes tirada sin tener en cuenta mis sentimientos, a que pases por encima mía y arrases con todo lo que hay en mi interior.
La parte de mí que, desde hace tantos años, vive con miedo... Esa parte que necesita un abrazo, que la cuiden y la mimen, esa adolescente que jamás puedo ser ella misma, aquella chica que necesitaba a alguien a su lado que la quisiera y solamente encontró un espacio en blanco lleno de su soledad y tristeza más profunda.
Todo lo que en aquellos años pasó a esa chica se quedó viviendo dentro de ella, sin una forma de salir, sin forma de expresar su dolor. Contuvo todos los sentimientos y escondió su miedo, su dolor, sus sentimientos, bajo capas de quien ella realmente quería ser y jamás pudo ser.
Esa chica que todavía guarda dentro de sí todo aquello que una vez la hizo daño, todos aquellos miedos que jamás la abandonaron: sus demonios. La perseguían día y noche; a veces, cuando creía que tenía un descanso y se creía feliz, los demonios volvían a asaltarla.
"No eres nada".
"Eres fea".
"Eres estúpida".
"Jamás llegarás a ser nada en esta vida".
"Acabarás en cualquier trabajo, si es que consigues alguno".
"No te esfuerzas".
"Tú lo único que tienes es cuento".
Y una larga lista de cosas que ella poquito a poco iba guardando dentro de sí. Eran frases, palabras, que iban construyendo una barrera a su alrededor, una gélida y fría pared hacia su interior que nadie podría nunca traspasar.
Ella misma se alejaba del resto, no dejaba pasar a nadie...
Al menos así había sido.
El día de dejar entrar a alguien a su corazón había llegado de la forma más insospechada, sin siquiera darse cuenta. Y ahora estaba sufriendo las consecuencias.
Le quería, locamente. Le necesitaba, muchísimo. Quería estar con él.
Pero sus miedos y sus demonios no se iban.
"Letrasada".
"Déjala, ella es de letras".
"¿Sabes nada sobre esto? ¿Y de esto otro? Tú solamente sabes hacer cosas como 2+2".
"Lo tuyo no es lo importante".
"Realmente no haces nada".
Y, ¿sabes qué? Esas palabras cortaban dentro de ella. Su corazón las guardaba, coleccionaba cicatrices, heridas de guerras antiguas mal remendadas, retazos de todo aquel dolor que ella guardaba dentro de sí.
-¿Y ahora qué hago? - Se preguntaba a sí misma -. ¿Cómo seguir adelante dejando de lado todos mis miedos? ¿Cómo vivir? ¿Cómo ser yo?
Aún a día de hoy, esa chica sigue esperando que la decepciones, pese a que has sido el único que realmente ha hecho algo por ella. Quizá ese es el motivo: que después de tan malas expericiencias no se cree que todo pueda salir bien...