jueves, 24 de agosto de 2017
Looking for an EXIT
Click.
En el espeso silencio que inundaba la habitación, aquel pequeño sonido pareció un grito. Un grito de liberación que durante las próximas horas dejaría volar su mente hacia aquellos recuerdos que, a día de hoy, parecían tan lejanos.
La música empezó a sonar en sus cascos, retumbando en su cabeza. Aquella canción le había acompañado durante años, durante todos aquellos momentos que le llevaron a escribir sus penas, tristezas y las pocas alegrías que tenía en un simple blog.
Tantos años habían pasado que ya ni recordaba sus propios sentimientos. Su instinto había creado una coraza protectora alrededor de su corazón, de todo su ser.
Pero llegó el día. Sabía que tenía que llegar...
Abrió su viejo blog y empezó a leer, a ver qué le había pasado a esa chica que parecía triste, sumida en una dolorosa desesperación.
Esa chica... Esa niña... ¿De verdad había sido ella quién había sentido y sufrido cada letra escrita?
Poco a poco la canción le devolvió todos aquellos recuerdos, todo el dolor, todos los sentimientos que tenía encerrados en un baúl al fondo de su memoria. Recuerdos que no quería rememorar, por si el dolor seguía latente en ellos.
Pero quiso recordar, fue tan tonta que quiso reconciliarse con aquella niña que en su momento había sido.
Y siguió leyendo. Quería descubrir cómo podía perdonarse a sí misma.
Aquella triste chica se había convertido en una mujer dura, sin sentimientos, a la cual le costaba expresar su cariño y todo el amor que tenía dentro.
Esa mujer, a día de hoy, buscaba encontrarse a sí misma. Y perdonarse.
No había nada que deseara más que encontrar la salida, aquella salida que, a través de sus palabras, siempre había estado buscando.
El dolor ya había consumido demasiados años de su vida. Pero eso no volvería a ser así.
Hoy sería el día del cambio, el día en el que volvería a dejar salir todas las emociones que sentía. A pesar de que el dolor volviera, por mucho miedo que le tuviera, sabía que tenía que hacerle frente, demostrar toda la fortaleza que había conseguido con el paso de los años.
Ella podía con todo. Pero tenía que demostrárselo a sí misma.
Continuó la lectura de aquellas palabras que sus dedos habían tecleado tantos años atrás. De esas frases, versos, estrofas en las cuales había puesto su corazón y su alma.
Respiró. Suspiró.
Se sentó una vez más frente a la pantalla de su ordenador.
En el silencio de la habitación, se oyó el sonido de su ratón pulsando el botón que haría que la música sonara en sus cascos y, una vez más, dejó que sus dedos soñaran, suspiraran y vivieran las palabras que escribían; volvió a plasmar sus más oscuros y profundos pensamientos.
Se sintió como en casa mientras aquella canción que tantas lágrimas había hecho caer de sus ojos sonaba. Se sintió identificada.
Había dado el primer paso para encontrar su salida.
Y esta vez estaba segura: la encontraría.
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