En el último momento
Frío. Hacía mucho frío. No recordaba cuánto tiempo llevaba tumbada en la bañera, pero sí se daba cuenta de que el agua se había quedado helada. Tan fría que una suave capa de escarcha cubría los cristales del cuarto de baño.Pero no le importaba. Podría aguantar eso y más, mucho más...La verdad es que no sabía cómo había llegado allí, ella estaba dándose su habitual baño de por las noches, que era lo único que la relajaba y... Al momento siguiente estaba aquí, muerta de frío y con la piel pálida... Sí, la piel pálida y los labios morados. ¡Qué cosa más rara!, pensó. Pero en realidad le daba igual, ella seguía pensando, pensando en lo depriminte que le había parecido su vida, en lo aburrida y harta que estaba de todo. Sólo quería hundirse en la llena bañera y acabar con todo, dejar de pensar y que el destino terminara ya lo que la vida empezó. Pero era una cobarde, no lo haría. Por muy mal que estuviera o se sintiera, jamás lo haría. ¿Para qué hacerlo?, se repetí constantemente. ¿Por qué no?, le contestaba una vocecilla tan cortante como una cuchilla y que sin embargo creaba paz y tranquilidad en su interior. Una paz y tranquilidad momentáneas, tan efímeras como la gota que agua que en ese momento veía caer al fondo de la bañera. Aunque... No era exactamente una gota de agua, más bien parecía una gotita de agua helada como una lágrima que caer por un rostro ceniciento y mortecino...Estas ideas que estaba teniendo la espantaron... Al principio, después empezaron a gustarle, empezaron a tener un sentido y... Lo más terrorífico, sabía que eran ciertas, sabía que pasaron, pasaban o pasaría... Pero en ese momento, con su cuerpo congelado y su mente elevándose a lugares desconocidos, no le importaba, les dejó volar, escapar... Pero siempre los volvía a encontrar, nunca se iban de su cabeza...Entonces desaceleró su respiración, dejó tranquila cada parte de su cuerpo. Se había dado cuenta de la cruda realidad y decidió dejar de prestar batalla porque ya no había batalla, sufrimiento o lucha que valiera. Reconoció los hechos, los actos, los momentos... Se había ido hundiendo poco a poco en el agua, hasta quedar dormida... ¿dormida o muerta? Probablemente la una llevó a la otra, pero las dos eran parte de un todo. No se había quedado fría la habitación al igual que esa voz helada no provenía de ella... Estaba en su reino, era la invitada de dudoso honor y con gran terror... Terror a no saber qué hacer... Pero se dejó llevar, decidió que si el destino la había llevado allí, sería porque así lo decía su sino... Empezó a volar por la habitación, volvió a ver la luz, la calidez... Y en medio de todo ese escenario, su cuerpo, sumergido y rígido, bajo el agua... Sin vida... Muerta.
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